En este apartado vamos a intentar transmitir nuestra pasión por el entorno natural en el que se desenvuelven las rutas del circuito conmemorativo del Levantamiento Morisco; también procuraremos destacar aspectos simbólicos relacionados con la flora, fauna y geología, así como su adaptación y supervivencia a lo largo del tiempo, y dentro de lo posible, analizaremos el aprovechamiento humano en cuanto al uso de los recursos naturales que posibilita la climatología y geología de toda esta área tan homogénea por un lado y tan diversa por otro. Hay dos zonas claramente diferenciadas: una es la del Valle de Lecrín y otra la de la Alpujarra. Por ello este apartado está dividido en estas dos secciones, ambas influenciadas a su vez por dos importantes factores: por un lado la más o menos próxima ubicación al conjunto montañoso constituido por la gran Sierra Nevada y sus estribaciones (Sierra de Lújar, Sierra de la Contraviesa y Sierra de Gádor) y por otro, la mayor o menor cercanía a la costa mediterránea, la costa tropical, que también pone su punto de influencia determinante en muchos aspectos. Entender cómo es un paisaje tal y como lo conocemos hoy en día es analizar el conjunto de factores bioclimáticos, usos y tradiciones del suelo y localización geográfica. Todos estos agentes son los que configuran que una región sea como es.
La fauna es más difícil de observar directamente pero hay ciertos signos como es el canto de las aves, restos y huellas que nos dan evidencia de su existencia. Por ello, hay que recorrer en silencio y atentos a lo que la naturaleza nos brinda. Finalmente, incluimos una reseña que queremos destaque muy expresamente y que hemos denominado “árboles y arboledas singulares”, bien sea por su antigüedad, porte, localización y/o tradición, mereciendo por ello una especial mención, de manera que así podamos contribuir a su rescate, valoración, visibilidad y animación a su conservación, algo que de forma destacada deseamos transmitir a los senderistas que se decidan a caminar por alguna de nuestras rutas.
Valle de Lecrín
Debido a su situación geográfica, se encuentra abierto geográficamente hacia el Sureste y rodeado al Norte por la depresión del Padul - Dúrcal, al Oeste por la Sierra de Los Guájares y al Este por Sierra Nevada; además tiene una pluviometría media de 1100 mm, lo que condiciona la existencia de numerosos arroyos y ríos de aguas cristalinas como el río de Albuñuelas, Río Torrente o el Río Dúrcal que confluyen en el Valle hasta desembocar en el Río Guadalfeo en cuyo tramo intermedio se encuentra la presa de Béznar, que abastece de agua a gran parte de la costa.
El valle que conforma la falda Oeste de Sierra Nevada con la Sierra de los Guájares da condicionantes de climatología y formación del suelo. Principalmente las rocas del Valle de Lecrín son rocas sedimentarias metamórficas provenientes de la erosión del macizo de Sierra Nevada arrastradas por los diferentes afluentes que existen, además de limos y arcillas que hacen que la erosión sea más evidente. Esto, da lugar a un paisaje muy típico de valle en el que se dan barrancos muy escarpados como el de Luna y Tablate. Cuya edafología origina suelos muy delgados, como son los litosoles y los regosoles calcáreos, pobres en nutrientes y difíciles de cultivar. Aunque con el tiempo se ha conseguido que existan verdaderos vergeles de limoneros, naranjos y olivos, entre otros. Esto también es debido a su benévolo clima, mediterráneo templado, con un verano seco y dos épocas de lluvia noviembre-diciembre y febrero-marzo. La temperatura es de unos 22º C en verano y en torno a 6-10º C en invierno.
Pero por lo que es más famoso el Valle de Lecrín es por sus cítricos. Según la tradición las primeras naranjas llegaron al este de la zona mediterránea con las caravanas de Alejandro Magno (356-323 a.C). Pese a lo que muchas personas puedan creer las naranjas que cultivaban los árabes eran las naranjas amargas como planta decorativa y recolectaban miel de azahar y con la expansión del Islam, la fruta llegó a España, donde se popularizó como naranja de Sevilla. Hay principalmente dos variedades de naranjas las dulces o castellanas y las más fuertes o wasintonas.
Es una pena que actualmente la mayor parte del cultivo de cítricos del valle se quede en el árbol, debido a que no sale rentable su recolección, apenas 12 céntimos el kilo es lo que cobra el agricultor que tiene que pagar seguros, jornales por lo que no le salen las cuentas. ¿Cuál sería la solución? Evidentemente no dejarlas en el árbol, quizás diversificar la comercialización de la naranja, haciendo otros productos con esa materia prima como zumo, mermeladas, dulces… Es una auténtica pena que se vean productos de primerísima calidad sin poder aprovecharse.
Alpujarra
¿Qué decir que no se haya dicho ya de la Alpujarra? Situada en la falda sur del Espacio Natural de Sierra Nevada. Tiene particularidades debido a su altitud y latitud que condicionan un clima muy variado que a su vez hace que se dé una amplia biodiversidad. Los pueblos de la Alpujarra son lugares protegidos por las montañas de los fríos y los calores por la Sierra de Lújar y Contraviesa, pero que están expuestos a las ventoleras y los nubarrones de poniente y levante.
La Alpujarra conforma un paisaje muy antropizado ya que el hombre lo ha ido modificando a lo largo del tiempo hasta convertirla en su hogar, cultivos en bancales, red de acequias, posición estratégica de los pueblos, etc.
El increíble medio natural es lo que ha justificado la declaración de una buena parte de su territorio como Espacio Protegido. La Alpujarra posee gran parte de su territorio dentro de Sierra Nevada. Este macizo montañoso pertenece al conjunto de las Béticas y se extiende por la zona centro-sureste de la provincia de Granada y parte del suroeste de la provincia de Almería. En 1986 fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, Parque Natural por la Junta de Andalucía y en 1999 gran parte de su territorio fue declarado Parque Nacional por sus valores botánicos, paisajísticos y naturales. La riqueza vegetal y faunística supone, de algún modo, una gran parte del patrimonio medio-ambiental de esta región. Afortunadamente cada día existe una mayor preocupación, no sólo a nivel individual sino a nivel de administraciones públicas, para que este patrimonio sea respetado, conservado y a su vez utilizado.
Esta zona montañosa da lugar a una amplia red de barrancos, arroyos, ríos y ramblas que nacen de las lagunas glaciares de alta montaña y llegan a desembocar al mar Mediterráneo. El río Guadalfeo transcurre de dirección este a oeste, desembocando sus aguas en Salobreña. Aguas que provienen de los afluentes que le llegan por la margen derecha, todos ellos provenientes del deshielo de Sierra Nevada. Los más importantes de estos afluentes son el Trevélez, el Poqueira, el Bermejo y el Lanjarón, que originan profundos barrancos en cuyas laderas se sitúan las poblaciones más conocidas de la Alpujarra Alta.
En este macizo están representados de forma natural todos los pisos bioclimáticos, desde el más cálido, el termomediterráneo, que se localiza en algunas zonas de la Alpujarra y donde se desarrollan los encinares béticos junto a palmitos, naranjos y algarrobos, a los de las mayores altitudes, como son el oromediterráneo (piornales y enebrales nevadenses, y los sabinares y pinares béticos) y el crioromediterráneo, donde hay ausencia total de árboles y en el que se desarrollan los pastizales nevadenses de alta montaña. En los pisos intermedios, meso y supra, podemos encontrar los encinares nevadenses, quejigales y acerales béticos, así como los robledales nevadenses. Fuente: http://waste.ideal.es/seriesdevegetacion.htm
Pero como decíamos, la Alpujarra está antropizada y conocer la historia de sus gentes es entender las peculiaridades del paisaje alpujarreño. Los grandes avances del conocimiento botánico se traducen en influencias en la gastronomía, industrias conserveras, elaboración de jarabes, ungüentos, almíbares... Para ello, desde muy antiguo, se desarrolló una agricultura exquisita y en sus viejos tratados transmitidos de generación en generación, encontramos múltiples referencias a las plantas que se usaban con mayor frecuencia. Vinos, aceites, condimentos, medicamentos... A veces, su cultivo en conjunto se mezclaba en los jardines y los huertos. El huerto-jardín se desarrolló de manera sublime impulsando así el desarrollo de la botánica, la medicina, las técnicas de mejora de agricultura y un largo etc. Las canalizaciones para bajar y aprovechar el agua de las altas cumbres de Sierra Nevada, propició un dominio en el manejo del líquido elemento en su sentido más amplio, ya que nunca se habían aprovechado más y mejor los terrenos. Los aterrazamientos y bancales condicionaron el paisaje, haciendo posible que desde entonces nada fuese igual. Los canales, acequias y albercas pasaron a formar parte de un todo, una red hidrológica-artificial que tenía un sentido, una razón de ser en si misma. Los cultivos se extendían por laderas de zonas en las que antes era impensable que fueran productivas, consiguiendo algo tan importante como fue la domesticación sostenible del suelo, la convivencia natural del hombre con el medio, de forma equilibrada posibilitando su conservación dentro de una explotación razonable.
Para la elaboración de sustancias aromáticas y terapéuticas se usaba el sándalo (Santalum album), aloe vera, almizcle, azafrán, nardo, clavo (Caryophyllus aromaticus), nuez moscada (Myristica fragrans), alcanfor (Cinnamomum camphora), canela (Cinnamomum zeylanicum), jengibre (Zingiber officinale). Los condimentos que se usaban con más frecuencia eran pimienta (Piper sp), azafrán (Crocus sativus), cilantro seco (Coriandrum sativum), comino (Cuminum cyminum), jengibre y canela. Algunos de los jarabes que se hacían eran de manzana, uvas, moras, ciruelas y peras. Las frutas preferidas en Al Andalus eranmembrillos, manzanas, nueces, peras, cerezas. También eran muy apreciados la calabaza, castañas, berenjenas, habas, higos, dátiles… Todas estas especies vegetales las encontramos a lo largo de toda la Alpujarra.
Pero aparte de plantas para alimentarse también utilizaban las plantas para envenenar las saetas con las que atacaban a sus enemigos. Como el acónito azul (Aconitum burnatii) incluida en el Libro Rojo de las Especies Amenazadas.
Las hojas de las moreras (Morus alba) son mucho menos ásperas que las del moral, son utilizadas como alimento para la cría del gusano de seda. La crianza del gusano y la industria de la seda llegó a constituir el gran movimiento económico en la España nazarí. Las moreras y la producción de seda llegaron a constituir un artesanado rural que dio lugar a la mayor riqueza. Las sedas alpujarreñas desplazaron en el comercio de Europa a las que venían de oriente, por su gran calidad. Se hicieron famosas las sedas de Juviles, Válor y Ugíjar. La riqueza de un pueblo alpujarreño se medía entonces por la cantidad de moreras de sus campos y la seda que se producía. Tras la expulsión de los moriscos, la seda entró en completa decadencia hasta su desaparición total. Los bancales pasaron de tener moreras a cultivarse en ellos cereales y viñas, que era lo que los nuevos pobladores sabían cultivar.
Si se camina con todos los sentidos “abiertos” se podrá observar una gran variedad de animales que rondan a nuestro lado apenas perceptibles. Como la cabra montés (Capra pyrenaica) cuyo aspecto es macizo y patas robustas. Presenta un gran dimorfismo sexual el macho tiene gran cornamenta. Su alimentación se basa en el ramoneo de los arbustos y árboles jóvenes del matorral mediterráneo y de los pastizales de montaña.
Hay bastante evidencia de los rastros que deja el jabalí (Sus scrofa) buscando raíces para alimentarse, así como encontrar huellas de zorro (Vulpes vulpes) o de tejón (Meles meles). Reptiles y anfibios que viven asociados a la amplia red de acequias y de barranqueras como la lagartija ibérica (Podarcis hispanica), lagartija colilarga (Psammodromus algirus), sapo corredor (Epidalea calamita), víbora hocicuda (Vipera latastei).
Las aves también tienen un papel importante en cuanto a su diversidad en la Alpujarra. Como águilas perdiceras (Hieraaetus fasciatus), búhos reales (Bubo bubo), cernícalos (Falco tinnunculus), mirlos acuáticos (Cinclus cinclus), y con paciencia y buen oído se pueden apreciar el canto de pájaros de menor tamaño como mosquiteros (Phylloscopus collybita), reyezuelos (Regulus regulus), jilgueros (Carduelis carduelis) entre otros muchos +info: http://www.alpujarramagica.com/es/geografia/fauna
Para finalizar este apartado natural queremos hacer una especial mención a esos seres vivos, testigos mudos del inexorable paso del tiempo, muchas veces olvidados, maltratados y menospreciados y que tienen una gran relevancia botánica o destacan en el paisaje o son mencionados históricamente estando presentes en la memoria popular y cultura de los pueblos, motivos más que de sobra para ser reconocidos, cuidados, mimados y sobre todo conservados, garantizando así su supervivencia. Son los árboles y arboledas que nos han cautivado, llamando nuestra atención y que nos hemos ido encontrando a lo largo de las rutas del “Levantamiento Morisco” por lo que a modo de homenaje y en forma de resumen-esquema nombramos aquí, siendo conscientes de que no están todos los que deberían ser, pero si son todos aquellos a los que hemos tenido la suerte de poder abrazar en nuestro caminar. ¡Qué los disfrutéis! ¡Abajo las raíces, arriba las ramas!