Justificación histórica: Lanjarón.Sábado. Día de la Pascua de Navidad, 25 de Diciembre de 1568: Ante las graves noticias sobre la revuelta de los moriscos en la zona, el Licenciado Espinosa y el Bachiller Juan Bautista (ambos Beneficiados de la Iglesia de Lanjarón), se refugian en su interior, acompañados del Sacristán Miguel de Morales y de 16 cristianos más. Los rebeldes Moriscos, al mando de Aben Farax, rodearon la iglesia con maderos y le prendieron fuego. El Bachiller Juan Bautista se descolgó desde la torre por una pleita de esparto y cuando llegó al suelo fue acuchillado. El fuego llegó hasta la techumbre de la iglesia que se derrumbó sobre los refugiados en su interior, muriendo todos calcinados. Después los cadáveres fueron sacados al campo, donde fueron salvajemente acuchillados. Los rebeldes moriscos partieron después hacia Órgiva, llevándose consigo a todos los mancebos de Lanjarón.
Órgiva.Domingo, 26 de Diciembre de 1568: Comienza el asedio de los rebeldes Moriscos al mando de Aben Farax a la Torre fortificada, defendida por su alcaide, don Gaspar de Sarabia. La iglesia es profanada: destrozaron el altar mayor, rompieron la pila bautismal, derramaron el óleo y el santo crisma y arcabucearon el tabernáculo. En la torre se refugiaron 160 cristianos “viejos” (entre hombres, mujeres y niños), 5 sacerdotes de la zona y una cantidad indeterminada de mujeres y niños moriscos, tomados a modo de salvaguarda, como rehenes. Resistieron los ataques durante 17 días, asegurando con tierra, piedras y maderas las puertas de la Torre, hasta el 12 de Enero de 1569, que fueron liberados por las tropas del marqués de Mondéjar. La Torre fortificada de Órgiva fue la única fortaleza alpujarreña que no cayó en manos de los rebeldes.
Los cronistas de la época nos describen de ésta forma los sucesos:
“Congoja pone verdaderamente pensar, cuanto más saber de escribir, las abominaciones y maldades con que hicieron este levantamiento los moriscos; monfís la Alpujarra y de los otros lugares del reino de Granada. Lo primero que hicieron fue apellidar el nombre y seta de Mahoma, declarando ser moros ajenos de la santa fe católica, que tantos años había que profesaban ellos y sus padres y abuelos. Era cosa de maravilla ver cuán enseñados estaban todos, chicos y grandes, en la maldita seta; decían las oraciones a Mahoma, hacían sus procesiones y plegarias, descubriendo las mujeres casadas los pechos, las doncellas las cabezas; y teniendo los cabellos esparcidos por los hombros bailaban públicamente en las calles, abrazaban a los hombres, yendo los mozos gandules delante haciéndoles aire con los pañuelos, y diciendo en alta voz que ya era llegado el tiempo del estado de la inocencia, y que mirando en la libertad de su ley, se iban derechos al cielo, llamándola ley de suavidad, que daba todo contento y deleite. Y a un mesmo tiempo, sin respetar a cosa divina ni humana como enemigos de toda religión y caridad, llenos de rabia cruel y diabólica ira, robaron, quemaron y destruyeron las iglesias, despedazaron las venerables imágenes, deshicieron los altares, y poniendo manos violentas en los sacerdotes de Jesucristo, que les enseñaban las cosas de la fe, y administraban los sacramentos, los llevaron por las calles y plazas desnudos y descalzos, en público escarnio y afrenta. A unos asaetearon, a otros quemaron vivos, y a muchos hicieron padecer diversos géneros de martirios. La mesma crueldad usaron con los cristianos legos que moraban en aquellos lugares sin respetar vecino a vecino, compadre a compadre, ni amigo a amigo; y aunque algunos lo quisieron hacer, no fueron parte para ello, porque era tanta la ira de los malos, que matando cuantos les venían a las manos, tampoco daban vida a quien se lo impedía. Robáronles las casas, y a los que se recogían en las torres y lugares fuertes los cercaron y rodearon con llamas de fuego, y quemando muchos dellos, a todos los que se les rindieron a partido dieron igualmente la muerte, no queriendo que quedase hombre cristiano vivo en toda la tierra, que pasase de diez años arriba. Esta pestilencia comenzó en Lanjarón, y pasó a Órgiba el jueves en la tarde en la taa de Poqueira, y de allí se fue extendiendo el humo de la sedición y maldad en tanta manera, que en un improviso cubrió toda la faz de aquella tierra”. Extracto del Capítulo VIII de “Historia de la rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada”, de Luís del Mármol Carvajal (1600).
“El día que el Partal y el Seniz mataron aquellos cristianos que dijimos de Ugíjar, los dos hombres que escaparon de sus manos fueron huyendo al lugar de Albacete de Órgiba y dieron aviso a Gaspar de Sarabia, que estaba por alcaide y gobernador de aquella taa, el cual luego otro día viernes bien de mañana envió a Camacho, alguacil mayor, con ocho cristianos arcabuceros, y con ellos algunos moriscos desarmados, a que supiesen qué novedad había sido aquella. Y mientras ellos iban, vino a él un morisco, alguacil de Benizalte, llamado Álvaro Abuzayet, y le dijo que hiciese recoger con brevedad todos los cristianos chicos y grandes a la torre, porque estaba la tierra levantada. Con este aviso se recogieron luego Alonso de Algar, cura de Albacete, y los otros clérigos, beneficiados y vecinos cristianos que moraban en los lugares de aquella taa, sin recebir daño, sino fueron los de Soportújar y algunos perezosos. Los ocho arcabuceros corrieron peligro de perderse, porque estando en el lugar de Barxar enterrando los cristianos que habían sido muertos el día antes, dieron los monfís en ellos, y haciéndolos huir, los fueron siguiendo hasta cerca de la torre, llamándolos de perros, y diciéndoles que ya era llegado su día, y les quitaron algunas armas, y los propios moriscos de paces que iban con ellos fueron los que más los persiguieron. Viendo pues Gaspar de Sarabia lo que pasaba, recogió a gran priesa las moriscas y muchachos que pudo haber en el lugar y las metió en la torre, entendiendo que si se viese en necesidad, no faltaría quien se compadeciese, padres, maridos o hermanos, y que secretamente les proveerían de agua y de bastimentos mientras le venía socorro. Finalmente, se encerró en la torre con ciento y ochenta personas y algunos hombres esforzados entre ellos, uno de los cuales se llamaba Pedro de Vilches, y por otro nombre Pie de palo, porque teniendo cortada una pierna a cercen, la traía puesta de palo, y era hombre animoso y muy plático en aquella tierra; y otro Leandro, que era gran cazador, y acaso había llegado allí aquella noche con dos cargas de conejos y perdices y un cuero de aceite; que cierto pareció haberlo enviado Dios para la salud de aquella gente; porque demás de que él era buen arcabucero y llevaba su arcabuz con cantidad de munición para poder pelear, la caza suplió la necesidad y hambre algunos días, y el aceite fue de mayor importancia para quemar a los enemigos una manta de madera que les arrimaron al muro de la torre, entendiendo poderlo picar por debajo. No fueron bien recogidos los cristianos cuando se levantó el lugar, y en un barrio que está cerca dél arbolaron una bandera, y tumultuosamente se recogieron a ella los mancebos gandules, y no mucho después parecieron otras seis banderas, la mayor dellas colorada, con unas lunas de plata en medio, y las otras todas de seda de diferentes colores, y atravesando por un viso a vista de la torre, fueron a ponerse en los olivares, acompañados de mucha gente armada de arcabuces y bailes ballestas. De allí enviaron a recoger los lugares que estaban en lo llano, y saliendo hombres y mujeres con bagajes cargados de ropa y de bastimentos, y los ganados por delante, se subieron a la sierra de Poqueira, y la gente armada cercó la torre donde estaban nuestros cristianos”. Extracto del Capítulo IX de “Historia de la rebelión y castigo de los Moriscos del Reino de Granada”, de Luís del Mármol Carvajal (1600).
Datos de la ruta:
Itinerario: Lanjarón - Barrio Hondillo - Ermita de San Sebastián - Puente del Río de Lanjarón - Fuente de la Hoya del Grillo - Ermita del Tajo de la Cruz - Venta de los Herradores - Cortijo de los Méridas - Río Sucio - Las Barreras - Rambla del Río Sucio - Benizalón - Cortijo del Cuco - Molino de Benizalte - Puente del Río Chico - Plaza de la Alpujarra en Órgiva.
Recorrido: 13 kms. Lineal.
Dificultad: Esta ruta por su trazado y por su desnivel, se puede catalogar como de dificultad Media. El índice dificultad IBP es 56. Ver más datos IBP aquí>>>
Llenamos la cantimplora de la riquísima agua que nos ofrece uno de los muchos pilares repartidos por todos los rincones de esta localidad, que sin ningún género de dudas rinde culto al agua. Aprovechemos esta oportunidad que nos ofrece la ruta y echemos a la mochila agua de primera calidad para el camino, agua en vena que reconforta y nos pondrá especial sabor en los labios.
Paseamos por el Barrio Hondillo, un intrincado cúmulo de callejas, callejones, plazuelas, pilares y fuentes, adornadas de multicolores macetas, olor a antiguo y a tahona, tinaos y hornacinas. En éste placentero recorrido pasamos junto al Pilarillo Chato, la casa natal del poeta local Juan Gutiérrez Padial, la placetilla Colorá con su preciosa fuente y la Fragua de Marcelino. A primera hora de la mañana, apenas circula gente por las calles, siendo un auténtico lujo el transitar por las solitarias calles, alejadas del mundanal bullicio.
A la derecha, se encuentra el gran cañón antiaéreo ubicado a la salida del casco urbano de Lanjarón en dirección hacia Órgiva. Atravesamos el puente sobre el río Lanjarón. A la izquierda del barranco, encontramos la caudalosa y espectacular Fuente de la Hoya del Grillo, que da testimonio una vez más de la calidad y frescura del agua que baja directamente de los neveros de Sierra Nevada. Estamos ahora en una encrucijada de senderos y caminos, a la izquierda subiríamos hacia el Barranco de Lanjarón, en la falda de la Loma de la Bordaila y del Pico del Caballo. Nosotros tomamos a la derecha, caminando con toda la precaución por el pequeño arcén del lado izquierdo de la carretera A-348 (la carretera de la Alpujarra, que la recorre de Este a Oeste, por la vertiente Sur de Sierra Nevada).
Pasamos junto al saladero/secadero de jamones artesanos “Morillas” y a unos 300 metros, nos desviamos a la izquierda por un carril cementado y que cuenta con abundante señalización, destacando de entre todas una que indica “Tajo y Ermita de la Cruz”. También hay señal que dice GR-142, Órgiva, 3 h. Ese es el nuestro. Es el carril del Mimbrón o pista de la Chaparra (el antiguo camino que desde Lanjarón llevaba hacia Cáñar y Órgiva)
Toca subir en serio, primero por el carril del Brazal, en el pago de las Laderas, que con grandes curvas supera fuertes desniveles. Comenzamos a coger altura y a poder disfrutar de las primeras panorámicas a vista de pájaro.
Los tiempos están cambiando y la cosecha de la almendra se ha adelantado (las tareas que tradicionalmente se venían haciendo en Septiembre, ya se hacen en Agosto…).
A unos 700 m de carril, encontramos un sendero empedrado a la derecha, señalizado con una flecha de bonito azulejo granadino y que pone “Ermita del Tajo de la Cruz”. Abandonamos el GR y decididamente subimos por el sendero que va a la ermita, una típica “escaleruela” morisca que, en fuerte pendiente y apenas sin darnos cuenta, nos lleva a la placetilla situada delante de la Ermita, un mirador privilegiado de la zona.
Junto a la Ermita del Tajo de la Cruz pasa un brazal secundario de la acequia de Mezquerina, que viene desde el Barranco de Lanjarón.
Un mar de nubes sube raudo desde la costa, dispersándose a la izquierda por el embalse de Rules y el valle del Guadalfeo, tapando la grandiosa mole de la Sierra de Lújar. A la derecha va extendiéndose hacia el embalse de Béznar empezando a tapar igualmente a Pinos del Valle esforzándose en ocultar a la mirada a los minúsculos pueblos del Valle de Lecrín que se resisten a desaparecer por el horizonte. Girones de nubes empiezan a deshilacharse por el Barranco de Lanjarón. Encima de nuestra cabeza, comienza a formarse una visera suave que apenas cubre el sol.
Salimos de la Ermita dirección oeste por un carril ahora de tierra y después cementado, que primero llanea y luego sube hasta las inmediaciones de unas antenas de telefonía, pasando junto a un cortijo y unas naves ganaderas.
Al llegar junto a un pequeño acueducto, construido con bloques y vigas, enlazamos de nuevo con el carril del Mimbrón, el antiguo camino de Cáñar, con tramos de asfalto y otros de hormigón. Subimos sin parar suavemente.
Poco después pasamos junto a la Venta de los Herradores (situada a la izquierda del camino). Un majestuoso sauce nos invita a abrazarlo.
Dejamos atrás la Venta y continuamos subiendo ahora ya de forma suave hasta hacer cumbre. Estamos en la base del cerro del Castillejo. Un paisaje de monte bajo, de chicharras cantoras, esparto, y aromáticas plantas, dedicado al pastoreo. Hay grandes naves ganaderas y pequeñas construcciones para recopilar agua. Pasamos junto al cortijo de Joaquín Jaraba ó del Conde. Subimos muy suavemente. Coronamos el collado, estamos a 892 metros de altura. Aquí dejamos el camino viejo de Cañar y seguimos a la derecha por el sendero GR-142.
Cambiamos de ladera y empezamos a ver a lo lejos y a la izquierda, en primer lugar el pueblo de Cáñar. Algo más a la derecha el valle del Guadalfeo, el Cerro Corona y entre la niebla y abajo en el llano, al-basir, “albacete”, apaciblemente dormida nuestro punto de destino, Órgiva.
Estamos en la zona de la Yesera, en el paraje de Caña Morada. Dejamos a la izquierda una antigua alberca, que recibe las ricas aguas de un manantial que ha sobrevivido a la pertinaz sequía que sufrimos desde hace años…
Caminamos, descendiendo suavemente, pasando por las inmediaciones del gran cortijo de Los Méridas, de aterrazada tierra, fértiles vergeles que dan testimonio de la existencia de agua que aflora por barrancos y torrenteras, y donde se cultiva al estilo antiguo, con primor y esfuerzo, almendros, higueras, nogales y hortalizas. Calma y paz, transmiten estos rincones.
Señales indican que seguimos el GR-142 dirección Órgiva, por un sendero que en su día estaría muy bien, pero que actualmente debemos afrontar con suma precaución, ya que la fuerte inclinación del descenso, por tierra y grava, se ve dificultada por la acción erosiva de moteros depredadores, poco respetuosos, que se han encargado de romper y poner dificultad en el andar. No entendemos cómo puede existir tanta falta de respeto y de educación y desde aquí hacemos nuestro llamamiento a la restauración y a la creación de conciencia a quien corresponda.
Órgiva, cada vez está más cerca, termina el sendero y llegamos hasta un amplio carril que va por el margen izquierdo del río Sucio, por el que descendemos. Pasamos junto a algunas represas de contención del río.
Cambian los cultivos y la vegetación de monte bajo da paso a extensas manchas de cultivos propios del secano. Llegamos hasta el paraje deLas Barreras.
Cruzamos la carretera A-348 y nos adentramos de lleno en la Rambla del Río Sucio, usando un sendero que transcurre por el lado izquierdo, llegando al lugar de Benizalón, donde tomaremos un carril que girando a la izquierda sube ya claramente dirección Órgiva.
Girando a la izquierda, finalmente nos adentramos en el casco urbano de Órgiva. Subimos a la derecha, por la calle Real, penetrando en el entramado de callejuelas que nos llevan sucesivamente hasta la Iglesia Parroquial de la Exaltación, la Cruz de Hierro Forjado, la Casa Palacio de los Condes de Sástaga (actual sede del ayuntamiento), el monumento a Don Quijote, y la espectacular Plaza de la Alpujarra, que contiene abundantes azulejos informativos de los pueblos de ésta preciosa comarca granadino-almeriense. Además, hoy es día de mercadillo, y un abanico de olores, sabores y colores, productos típicos alpujarreños, parecen que nos acogen en amistoso abrazo. ¡Qué buen sitio este para terminar la ruta!
Todo este territorio que venimos recorriendo está dedicado fundamentalmente al cultivo del olivar y en él podemos disfrutar de la contemplación de impresionantes ejemplares de olivo, cargados de cientos de años, herencia del pasado que nos hace pensar en la imperiosa necesidad de su conservación.